Tragedias aquí y tragedias allí: La vara de medir El tiempo necesario

Cuando ocurre una tragedia siempre se dice que no hay que legislar en caliente, que no hay que soltar lo primero que te sale, que hay que respirar profundamente varias veces, contar hasta diez, dejar que bajen las pulsaciones y los pensamientos radicales.

Pero cuando sabes que quieres decir algo quizá no muy políticamente correcto, algo que se parece a una rabieta, que seguramente es una falacia o pura demagogia, que no pretendes aportar nada al debate, sino simplemente soltarlo y decir «¡hala! ¡pues eso! ¡y ya está! ¡joder!» pues imagino que lo mejor es ser breve, no darle muchas vueltas y quedarse agusto rápido. No creo que lo consiga hoy.

Mucho se ha dicho ya sobre la violencia que aparece en los videojuegos y su influencia en sucesos lamentables. Se ha debatido hasta la saciedad y casi siempre en foros en los que los asistentes tienen la misma opinión: O todos en contra con matices demonizando los juegos violentos, o todos a favor con matices echando mano de la cuestión artística y de la libertad de expresión. Opiniones enfrentadas siempre y que solo el tiempo hace que evolucionen, no los argumentos.

Cuando ocurre una tragedia de algún loco que asesina últimamente se echa mano de esa violencia en los videojuegos para justificar algún aspecto, alguna similitud con algo de un juego que descarge la responsabilidad del asesino y se la eche a lo que jugaba en su tiempo libre. Algo para poder decir que fue un determinado juego (o todos en general) el que inspiró la tragedia, y que podría haberse evitado si esta industria no existiese con la libertad que disfruta.

Pero hoy más me hace reafirmarme que el tiempo pondrá las cosas en su sitio y normalizará este tipo de arte que amamos, y que aquellos que no lo entienden simplemente irán siendo cada vez menos, y su mensaje tendrá menos relevancia.

El tiempo, sí, solo el tiempo y no los argumentos ni las discusiones y debates infinitos. El cine luchó contra muchos de los prejuicios a que los videojuegos se enfrentan ahora, y ha sido el tiempo, los años que pasaron desde su popularización los que han hecho que ya no se cuestionen sus mensajes. A los videojuegos todavía les queda por recorrer ese camino, y quedan muchos años todavía.

¿Qué hubiera ocurrido si en una fase de cualquier Call of Duty el jugador tomase el control de un piloto de avión con tendencias suicidas cuyo objetivo fuese simplemente estrellar el aparato lleno de gente inocente para llevárselos con él en su idea de resolver su odio a sí mismo y contra el mundo? Pues pasaría que hoy, un día después de que se conociesen los detalles más escalofriantes de la tragedia de los Alpes, el mundo clamaría contra los videojuegos en general, y no se salvaría ni Mario. Me arriesgaría a prever una crisis profunda en la industria, una regulación y censura espeluznante, una demonización mundial de este negocio y arte.

Sin embargo el tiempo ha hecho que eso mismo no aplique al cine, gracias a todos los años que han pasado desde su nacimiento. El cine sigue siendo transgresor, sigue sorprendiendo y dejando mal cuerpo cuando un buen guionista nos muestra situaciones que no queremos ver. Pero no se le demoniza, ha conseguido traspasar la frontera y ni siquiera hoy nadie se plantea contra él ese tipo de censura que decía antes.

«Relatos Salvajes» (Damián Szifron​, 2014) fue candidata a los óscars como mejor película de habla no inglesa. Inspirada en «Un día de furia» (Joel Schumacher, 1993) se compone de varios relatos breves solo conectados entre sí por las sorprendentes y violentas situaciones que plantea, por como se desencadenan espirales de furia incontrolable en personas normales y razonables, pero alteradas por las circunstancias y el entorno donde todo se pone en contra y esa violencia resulta casi una consecuencia lógica.

Uno de esos relatos, y obviamente por eso lo saco a colación en este artículo, tiene similitudes con lo ocurrido en los Alpes. Quizá no lo llamaría solo similitudes sino que incluso dadas las circunstancias temporales del estreno de la película y el suceso me arriesgaría a decir que la inspiración es más que evidente.

El hecho se menciona en tertulias, en artículos, no ha pasado desapercibido evidentemente, pero nadie va a pedir cuentas a los productores ni realizadores de la película, nadie les va a culpar de la tragedia, solo a su desequilibrado responsable, como debe ser. Eso lo ha conseguido el cine simplemente dejando pasar el tiempo, un camino que los videojuegos todavía tienen que recorrer. No creo que haya nada que podamos hacer para acelerar el proceso, pero tampoco hay nada que puedan hacer para evitarlo.